La Tribu Zandalari
Hubo una época en la que los Dioses Antiguos dominaron Azeroth con puño de hierro. Un tiempo en el que nuestro mundo era prematuro, cruel y salvaje, azotado por los caóticos señores elementales y sus esbirros. Un ciclo en el que la vida era hostil, pero en el que había vida. Los Troll surgieron, convivieron y resistieron el azote de horribles criaturas y de sus oscuros amos. Y a pesar de que desde ese tiempo, los Troll han ido aislándose en diferentes tribus y perdiendo ese conocimiento y fuerza, el linaje Zandalari aún existe como símbolo de antigüedad, poder y tenacidad.
Orígenes
Geografía
Mucho se ha escuchado hablar de Zandalar, pero poca información sabemos sobre este lugar. Zandalar es una isla de tamaño más que razonable, localizada en los Mares del Sur, al sur de La Vorágine. Cubierta por un manto de jungla verde, sólo dos montañas se alzan en Zandalar: en la primera está la ciudad-zigurat de Zuldazar, capital de Zandalar y residencia del Rey Rastakhan y del Consejo Zanchuli.
La otra, es el Monte Mugamba, habitado principalmente por Drakkari que prefieren el helado clima de la nevada cima al tropical correspondiente por la latitud de la isla.En la jungla se alzan numerosos zigurats (similar a pirámides escalonadas), donde moran médicos-brujos y sacerdotes, que sirven como asentamientos que guarnecen a los Troll de las monstruosas bestias que en la selva habitan.
Zandalar está compuesta por una serie de enormes zigurats asentados en las faldas de una de las montañas de Zandalar, en los que habitan no sólo Zandalari, sino Troll de todas las tribus. Es curiosa la convivencia de los Troll de diferente Tribu en la misma ciudad, puesto a que aunque se tienen un odio visceral unos a los otros, la ley les obliga a no enfrentarse en territorio Zandalari.
Por último, en Zuldazar encontramos el trono dorado del Rey Rastakhan, desde donde gobierna a los Zandalari. Según fuentes, Zandalar (y con ella, Zuldazar) sucumbió los devastadores efectos del cataclismo y se halla en el fondo del mar. Se presupone que Rastakhan sigue vivo.
Es sabido, como hemos mencionado, que los Troll convivieron con los mismos Dioses Antiguos en Azeroth, que sobrevivieron a la llegada de los Titanes y que, hasta hoy día, habitan en todo el planeta. El mismo origen de la Tribu es un misterio. Se desconoce si evolucionaron de alguna especie aún más primitiva que ellos o, por el contrario, fueron creados del mismo modo que ocurre con los Vrykul, los enanos o los gnomos. Sin embargo, sabemos que en Ulduar hay imágenes de Troll junto a las de, por ejemplo, los Tauren. No hay evidencias de que los Troll hayan sido creados por los Titanes (sin embargo, no deja de ser una posibilidad), pero sí de que han colaborado con sus creaciones.
Los Mogu, raza creada por los Titanes para asistir a Ra-den el Guardián de las Tormentas en su lucha contra los Mántides y su oscuro amo Y’Shaarj, trabaron una alianza con los Zandalari en el pasado, ya que ambas razas sabían que una guerra entre ellos tendría como resultado la extinción de uno de ellos y que, fuere quien fuere el vencedor, sería derrotado por criaturas mucho más débiles que ellos. Sabemos también que en dicho pasado, los Mogu, con ayuda de los Zandalari, tuvieron una encarnizada guerra contra los rebeldes Pandaren, quienes derrotaron a ambos imperios, tomando el control del continente que sería conocido como Pandaria, a excepción de las zonas controladas por los mántides. También se conoce que, en la cumbre de esa guerra, los Zandalari tuvieron que retirarse del frente, ya que fueron derrotados por los Pandaren gracias al uso bélico de los dragones nimbo. Los Zandalari aprendieron de los Mogu a vincular un alma a un ensamblaje de piedra y emplearlos como centinelas.
En la antigüedad, surgieron dos asentamientos Troll que terminaron convirtiéndose en grandes imperios:
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El Amani, que se asentó en las boscosas zonas del noreste de Azeroth. Sus cuerpos se adaptaron a la vida del bosque volviéndose musculosos y de tez verdosa, adquiriendo algunos tal afinidad con la naturaleza y la vegetación que incluso en sus pieles se podría encontrar musgo viviendo.
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El Gurubashi, que tomó como territorio el selvático sureste de Azeroth. Estos Troll se volvieron ágiles y sigilosos, cualidades ideales para sobrevivir en la jungla.
Sea como sea, ambos imperios, a pesar de no llevarse bien, mantuvieron Zandalar como lugar sagrado donde buscar conocimiento.
Otros datos confirman que el hogar de la tribu Zandalari, Zandalar, es más antiguo que el Primer Cataclismo. Hay evidencias de que durante ese aciago acontecimiento, los Zandalari levantaron un poderoso muro mágico alrededor de su territorio y que, al finalizar los temblores y maremotos, descubrieron que su reino se había convertido en una isla.
Como no encontraron razón para abandonarla, los Zandalari reconstruyeron aquellos asentamientos que no resistieron el embate de los elementos durante el Cataclismo, y continuaron sus labores y estudios. Es, a partir de este punto, donde los Zandalari comienzan a caer en el olvido, como una Tribu ermitaña que, como si actuase con desprecio ante el tiempo, se dedicó por completo al estudio de artefactos mágicos, la veneración a sus dioses y mantener unido dentro de su territorio a aquellos Trolls de las diferentes tribus que peregrinen a la capital.
Miles de años después, los Zandalari resurgen de entre las arenas del tiempo, asentándose en la costa noroeste de Vega de Tuercespina, en las Islas Yojamba, buscando detener al maligno Dios de la Sangre de los Gurubashi, el Loa Hakkar. Una vez que este fue derrotado y anclado a un plano espiritual donde aparentemente no volvería, los Zandalari desaparecieron de Yojamba con la misma rapidez con la que se asentaron en ellas. Poco después, volvieron a aparecer en las tierras del norte, donde una escisión de los Amani, reclamó un territorio propio y se convirtió en un pequeño Imperio: el Imperio Drakkari. Zul’Drak, su reino, estaba siendo asediado por aquel entonces por las fuerzas de La Plaga, que dirigida por El Rey Exánime y el traidor Drakuru, pretendían exterminar a todo el Imperio y hacerlos resurgir en la no-muerte.
Para evitarlo, los Drakkari, desesperados, decidieron que sus sacerdotes de mayor rango asesinasen a sus propios Loa, y reclamasen sus poderes como suyos para defender el reino. Aunque las intenciones de los Drakkari son comprensibles, ya que querer sobrevivir es un instinto básico de todo ser vivo, los Zandalari creyeron que el método que estaban tomando era intolerable, y junto a unos héroes, detuvieron a los demenciados Drakkari en Gundrak.
Historia reciente
Poco después de que los Zandalari interviniesen en los acontecimientos de Zul’Drak, el Veredicto Cinéreo, formado por las fuerzas conjuntas de La Espada de Ébano, La Cruzada Argenta y los héroes de la Alianza y de la Horda; derrotaron al Rey Exánime en la Ciudadela de Corona de Hielo.
Pero no tardó en alzarse una sombra que volviese a amenazar el mundo. Alamuerte, el aspecto corrupto, resurgió de su estado de “hibernación” para amenazar una vez más al mundo, esta vez como Heraldo de los Dioses Antiguos y respaldado por el Vuelo Negro, el Martillo Crepuscular y las creaciones de estos: el Vuelo Crepuscular y el Vuelo Cromático.
El alzamiento del Destructor tuvo horribles consecuencias para los Zandalari, las cuales, podrían haberse evitado.
En lo más profundo de Zandalar, mora Rastakhan, Rey Soberano de todos los Troll de Azeroth y líder de los Zandalari. Rodeado de numerosos súbditos y guardias, destaca un personaje desconocido hasta ahora: Zul, el Profeta Oscuro.
Zul recibió ese título porque desde su más tierna infancia, tuvo el horripilante don de tener aciagas premoniciones que siempre se cumplían. Esto lo llevó a ascender rápidamente entre los Zandalari, convirtiéndose en miembro del Consejo Zanchuli, una Orden de Sacerdotes, Chamanes y Magos que asesoraban al Rey.
Un día, Zul visitó al Rey, preocupado, pues tuvo una visión que describía a un gran dragón acorazado destrozando el mundo con sus mandíbulas. Pero el Rey ignoró al profeta. Más tarde, Zul volvió a ver al Rey. Esta vez su premonición le mostró unas horribles serpientes con algunos rasgos humanoides, surgiendo de una brecha del fondo marino junto a unos tentáculos que se agitaban violentamente. Rastakhan volvió a ignorar la visión de Zul. Por último, meses antes del Segundo Cataclismo, Zul tuvo una tercera visión, y volvió a tener una audiencia con el Rey.
Desesperado, arrojando su bastón, desgarrando sus ropas y suplicando atención, el Profeta describió un aciago futuro para Zandalar: terremotos y tsunamis arrasando el mundo, incluyendo la dorada capital de la Tribu: Zuldazar, hundiéndose en las profundidades del mar con sus habitantes.
A pesar de la desesperación del Profeta, que pidió al Rey y al resto del Consejo Zanchuli el éxodo de la Tribu y la reunificación del resto de Imperios Troll caídos, estos pensaron que Zul sólo quería aumentar su propio prestigio y poder. Finalmente, Rastakhan, harto de las tenebrosas pesadillas del Profeta Oscuro, decidió quitárselo de encima dándole sus barcos más grandes y asegurando que, si sus visiones llegasen a ocurrir, dejaría que él guiase a la Tribu a un nuevo hogar. Y los augurios se convirtieron en hechos.
El Aspecto corrupto provocó el caos en toda la tierra, asolando todo a su paso, y tal y como Zul predijo, Zandalar sufrió sus devastadores efectos: la tierra se partió en dos y todo lo que los Zandalari ostentaron comenzó a desaparecer entre las violentas olas, incluida la capital. Fue entonces cuando todos los Zandalari se dirigieron hacia Rastakhan, buscando respuesta a sus plegarias, pero sólo un Troll podía atender a sus súplicas: el Profeta Zul, así que reunió varios grupos de valientes Trolls, decididos a encontrar un nuevo hogar.
El resto de Azeroth se alertó pronto de los movimientos bélicos que los Zandalari llevarían a cabo gracias a Vol’jin, quien, como Líder de los Lanzanegra y por tanto, de una tribu Troll importante, acudió a la cumbre de emergencia que el Profeta convocó. Los Amani y Gurubashi fueron los primeros en aceptar la unificación, ya que Zul les prometió el resurgir de sus respectivos Imperios. Pero Vol’jin se negó, y alertó a la Horda y la Alianza de las actuaciones de las Tribus Troll. Los Zandalari trataron de levantar las caídas capitales de Zul’Aman y Zul’Gurub en vano, por lo que su siguiente movimiento fue, ya en unión con los Farraki y los Drakkari, tomar Pandaria.
Para ello, retomaron contacto con sus antiguos aliados Mogu, y resucitaron al mayor emperador que los antiguos siervos titánicos tuvieron: Lei Shen, el Rey del Trueno. Tras conseguirlo gracias al Profeta Kharzul y las numerosas fuerzas de las Tribus unidas, Lei Shen volvió a su palacio en la Isla del Trueno, desde donde volvió a amenazar con subyugar Pandaria. De conseguirlo, esto significaría que Pandaria sería el nuevo hogar de los Zandalari, pero gracias a las fuerzas del Asalto del Shadopan, el Embate Atracasol y la Ofensiva del Kirin Tor; Lei Shen volvió a caer y los Zandalari siguen con su territorio hundiendose en el océano y sin un hogar en el que asentarse.
Esta vez se encuentran en una situación aún más desesperada, puesto que han perdido a los líderes de las cuatro tribus y quien dirigió el asalto a Pandaria:
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Mar’li la Sacerdotisa de Shadra (Gurubashi).
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Malakk, el Rey de Escarcha (Drakkari).
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Sul, el Reptador de Arena (Farraki).
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Kazra’jin (Amani).
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Gara’jal, el Vinculador de Espíritus (Zandalari, líder de la expedición Troll a Pandaria).
Aun así, no todo está perdido para los Zandalari. Sólo hemos visto un par de navíos de guerra de toda la flota que poseen, y el Profeta Oscuro aún no ha plantado cara.
Sociedad y costumbres
Los Zandalari, como ya hemos comentado, son la Tribu más antigua y por tanto, la que mayor conocimiento y poder posee.
La base de la sociedad son los campesinos, agricultores, pescadores, artesanos. Estos son dirigidos por los ancianos, que les dicen cómo y qué plantar y cómo deben actuar. Desobedecer a los ancianos es desobedecer a los dioses, y está penado con la muerte o el exilio. Justo por encima del pueblo llano nos encontramos a la casta guerrera, que actúa como brazos del Rey y del Consejo Zanchuli. Estos no destacan por ser diestros, sino por combinar fuerza bruta con potentes y antiguos encantamientos.
En la sociedad Zandalari si no se es apto para formar parte del Clero o de los Eruditos, los jóvenes han de pasar por una prueba de madurez que demuestre su valía ante el Consejo, el Rey, e incluso ante los mismos Loa. Esta prueba consiste en una demostración de fuerza bruta que los adolescentes Zandalari preparan durante años, entrenándose, comulgando con los espíritus y tatuándose símbolos de poder en su piel. Un ritual común de madurez es viajar a una isla próxima a Zuldazar y someter a una bestia salvaje. Las Tribus “inferiores” tienen versiones más modestas de este ritual, pero domesticar un raptor no tiene nada que ver con enfrentarte y amaestrar a un cuernoatroz o un demosaurio.
En un nivel superior nos encontramos al Clero y a los Eruditos, quienes determinan hasta el más mínimo detalle de la sociedad Zandalari. Son altamente respetados y considerados grandes bastiones de sabiduría, y los más brillantes llegan a formar parte del Consejo Zanchuli, consejeros del Rey.
Por encima de todos los Zandalari se encuentra el Rey Rastakhan, poderoso médico-brujo que lleva en el poder más de 200 años, fortalecido por los dioses y actuando como su voz.
Los Zandalari, como buenos Troll que son, son muy supersticiosos, y rinden culto a los Loa como el resto de Tribus. Son curiosos algunos datos, como el hecho de que a pesar de poseer una serie de Loas propios (alguno de ellos fue mortal), se preocupan por el estado de los panteones del resto de tribus. Esto podemos comprobarlo en Zul’Drak, donde los Zandalari piden consejo a los Loa Amani (Nalorakk el Oso, Jan’alai el Dracohalcón, Halazzi el Lince y Akil’zon el águila) sobre la situación de los Drakkari y sus Loa, o en la presencia de Zanza en Zul’Gurub.