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“La Capital es nuestra, pero ya no somos parte la plaga...a patir de ahora, nos haremos llamar Renegados. Encontraremos nuestro lugar en el mundo, y mataremos a cualquiera que se ponga en nuestro camino.”

Sylvanas Brisaveloz

La Dama Oscura

Lider Suprema de los Renegados

Vida

 

Una de las tres hermanas Brisaveloz, famosas por su pericia con el arco en todo Azeroth. Aunque tomaron rumbos distintos en su vida, las tres hermanas consiguieron hacerse un hueco en la historia del mundo de una u otra manera. Y esta vez, hablaremos del paso de Sylvanas entre las páginas de la historia.

 

Hace no mucho tiempo, fue la General Forestal de Lunargenta, el mayor rango militar que podía sostener un Alto Elfo. Participó activamente durante la Segunda Guerra, defendiendo el Alto Reino de los Trol del Bosque y La Horda Orca, quienes amenazaban con destruir los sagrados bosques del territorio Quel’dorei y tomar sus ciudades. Una vez finalizada la Segunda Guerra, Quel’Thalas vivió un corto periodo de tranquilidad que cesó en el momento en el que la sombra de la muerte inundó cada centímetro del Alto Reino.

 

Arthas, ya como Caballero de la Muerte, comandó el ejército de No-Muertos de la Plaga a través de los sagrados bosques élficos, dejando a su paso una estela de muerte y corrupción que a día de hoy, perdura: la Cicatriz Muerta.

El objetivo de la Plaga era simple: emplear el poder de la mística Fuente del Sol para resucitar al caído nigromante, Kel’Thuzad, como un poderoso Exánime. Y dicho objetivo se cumplió: a pesar de los esfuerzos que Sylvanas y sus Forestales ejercieron para repeler a los invasores, no consiguieron frenar el avance del aciago ejército. La General Forestal cayó en las puertas de Lunargenta, fue resucitada como una alma en pena controlada por Arthas, y ayudó a las tropas de Arthas a alcanzar la Fuente del Sol.

 

Allí, el nigromante Kel’Thuzad adquirió su nueva y poderosa forma de exánime, y la Fuente del Sol fue, inevitablemente, destruida. En el proceso, los Altos Elfos fueron prácticamente exterminados, y sin el manantial de poder que paliaba su “sed de magia” muchos de los supervivientes murieron o enloquecieron. Y así, con Kel’Thuzad a su lado, Arthas continuó arrasando el norte de los Reinos del Este mientras Sylvanas, como una marioneta sin voluntad, obedecía sus órdenes.

 

Cuando la Plaga viajó hacia Kalimdor, Sylvanas quedó en Lordaeron, bajo la atenta mirada de los Nathrezim de la Legión Ardiente, que supervisaban sus actos. Ahí aprovechó la oportunidad, recuperó su cadáver y lo poseyó. Así nació la primera Forestal Oscura, que combinaría la pericia con las armas a distancia de un Forestal con algunos de los oscuros poderes que caracterizan a los lacayos de Arthas: la nigromancia.

 

Tiempo después, Arthas regresó a Lordaeron, haciendo llegar la noticia a Detheroc, Balnazzar y Varimathras de la caída de su señor Archimonde en la Batalla del Monte Hyjal, y estos, temiendo enfrentarse directamente al Caballero de la Muerte y sus fuerzas, decidieron huir. En ese momento, Arthas, junto a sus generales Kel’Thuzad y Sylvanas, comenzó a purgar todo resto de vida en lo que actualmente conocemos por Claros de Tirisfal como tributo a Ner’zhul, el Rey Exánime. Al terminar el genocidio, algo extraño sucedió: Arthas sintió un profundo dolor que, aunque duró breves instantes, marcaría el destino de Azeroth para siempre: su poder, y por extensión, el del Rey Exánime, estaba disminuyendo, lo que provocó la pérdida del control que ambos tenían sobre algunos No-Muertos. A pesar de ello, Arthas no le dio importancia, y tal y como le recomendó Kel’Thuzad, se tomó un descanso.

 

Sylvanas, que fue una de las primeras en recuperar su voluntad, fue convocada a una reunión secreta con los tres señores Nathrezim. Estos le explicaron por qué había recuperado su voluntad, y que aprovechando el debilitado estado del Caballero de la Muerte y del Rey Exánime, planeaban recuperar Lordaeron para la Legión Ardiente.Tentada por aceptar abiertamente la propuesta de los demonios, Sylvanas dejó claro que contribuiría, pero que su ayuda sería bajo sus propios términos.

 

Los Señores del Terror planearon matar a Arthas en la ciudad capital, mientras que Sylvanas creó un plan de contingencia en el caso de que este consiguiese escapar. Y así fue: Arthas huyó de la capital, y Sylvanas y sus almas en pena (que aunque habían recuperado su voluntad actuaban como si siguiesen bajo sus órdenes) “escoltaron” al Caballero de la Muerte y su guardia hasta lo más profundo de los bosques, donde pudieron destruir a sus siervos y acorralarlo. Y el diálogo continúa así, literalmente:

 

Una saeta se dirige desde las sombras hacia el Caballero de la Muerte.

 

  • Arthas: ¡Sylvanas!

  • Sylvanas: Te has metido hasta el cuello tú solito, Arthas. Ha llegado el momento de equilibrar la balanza.

  • Arthas: ¡Traidora! ¿Qué me has hecho?

  • Sylvanas: Es una flecha especial creada especialmente para ti. La parálisis que experimentas es sólo una parte de la agonía que me has causado a mí.

  • Arthas: Acaba conmigo entonces.

  • Sylvanas: Una muerte rápida... ¿como la que tú me diste a mí? No. Vas a sufrir como lo hice yo. Gracias a mi flecha, ni siquiera puedes correr.

  • Sylvanas: Recuerdos de mi parte al infierno, hijo de puta.

  • Kel’Thuzad: ¡Atrás insensatas! ¡No caerás hoy, mi rey!

 

El Lich Kel’Thuzad aparece en escena rodeado de Magos Esqueléticos, sorprendiendo a Sylvanas y sus Banshee.

 

  • Sylvanas: ¡Esto no acaba aquí Arthas! Jamás dejaré de darte caza.

 

A pesar del ultimátum del demonio, Sylvanas se mostró firme: a pesar de poseer como ejército a sus pocas hermanas, estas poseyeron a los líderes de los grupos de resistencia locales, que pasarían a luchar de su parte: los ogros de Mug’thol, los bandidos, los múrloc y los gnoll. Aunque su nuevo ejército fuera extraño, la superioridad numérica se hizo notar, y Sylvanas arrasó la base de Varimathras. Este suplicó por su vida a cambio de ayuda para derrotar a sus hermanos Detheroc y Balnazzar, y la Forestal lo perdonó.

 

Con ayuda de Varimathras, Sylvanas derrotó a Detheroc, que había conseguido una marioneta humana: el Gran Mariscal de Lordaeron Garithos, y juntos derrotaron también a Balnazzar, tomando por tanto la Ciudad Capital de Lordaeron.

 

Una vez recuperada la Capital, Sylvanas pidió como última prueba de lealtad a Varimathras que este matase a su hermano Balnazzar (algo prohibido entre Nathrezim). El demonio aceptó, ejecutó a su hermano y, posteriormente, por orden de Sylvanas, también al Mariscal Garithos, que inmediatamente fue devorado por necrófagos.

 

En ese momento Sylvanas declara que Claros de Tirisfal es su nuevo hogar, que ella y sus seguidores se harán llamar Los Renegados, y que todo aquel que ose enfrentarse a ellos sería destruido.

Tras estos acontecimientos, Arthas embarcó por orden de Ner’zhul hacia Rasganorte. Sylvanas y sus hermanas eran libres, pero la Forestal Oscura no se alegraba por ello: pensaba que no existía gozo en vivir como una aberración no-muerta.

 

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Varimathras, que decidió presentarse en el campamento de Sylvanas para felicitarla por los últimos acontecimientos, y la tentó a unirse a él y a sus hermanos en el nuevo orden que pretendían instaurar. La respuesta de la Forestal Oscura fue firme, no quería mayor relación con demonios que la que tuvo al prestarles ayuda para apartar a Arthas de escena. Varimathras, sin embargo, la amenazó: quienes no estén con el nuevo orden, serían perseguidos, y que lo más inteligente sería unirse a los señores de las Tierras Plagadas.

No-Muerte

 

Sylvanas solicitó pertenecer a la Horda, estableciendo así unas alianzas de conveniencia con Orcos, Trol y Tauren; que le garantizarían cierta seguridad ante la posibilidad de ser atacada y le facilitarían sus fines: acabar con Arthas, que se había convertido en el nuevo Rey Exánime.

 

A pesar de su estado de No-Muerte, Sylvanas seguía sintiendo cariño hacia aquellos que una vez llamó compatriotas, los ahora conocidos como Elfos de Sangre. Ayudó a Kalecgos (guardián de la Fuente del Sol del Vuelo Azul) a rescatar a Anveena (esencia de la Fuente del Sol) de las garras del Dar’Khan Drathir y de la Plaga, y les proporcionó suministros y ayuda para reconstruir el Alto Reino y expulsar a los No-Muertos que permanecieron en Quel’Thalas. Además, movió hilos para favorecer la entrada de los Sin’dorei en La Horda.

 

Durante años, los Renegados se dedicaron casi por entero a una labor científica: descubrir y experimentar con numerosos venenos y toxinas de Azeroth (y más allá) para desarrollar una “Plaga” que sirviera como arma definitiva contra Arthas y sus esbirros. Se realizaron pequeños ensayos con este arma química en la zona sur de Rasganorte, siendo la Batalla de Angrathar, la Puerta de Cólera donde pudo utilizarse en su máximo potencial. En Angrathar, el añublo de los Renegados fue liberado por Putress, uno de los líderes Boticarios de Entrañas, quien, durante años, preparó junto a su maestro Varimathras traicionar a su señora. La bomba química fue liberada en mitad del campo de batalla, afectando por igual a vivos y no-muertos, incluyendo también daños al Rey Exánime.

Inmediatamente después, estalló una pequeña guerra civil en Entrañas, en la que los Boticarios afiliados a Putress y Varimathras tomaron la ciudad; expulsando de ella a aquellos fieles a la Dama Oscura, incluyéndola a ella.

Sylvanas se presentó en Orgrimmar pidiendo auxilio, pues los Renegados (y la Horda) habían perdido Entrañas. El Jefe de Guerra Thrall con ayuda de su consejero Vol’jin, reunió a los Kor’kron y varios demoledores para entrar en la ciudad caída de Entrañas y recuperarla de manos de los traidores.

Juntos, Sylvanas y Thrall se aventuraron en la capital, aniquilando a todo aquel No-Muerto o Demonio que se hubiera opuesto al mandato de la Dama Oscura.

Finalmente, ambos líderes llegan a la Cámara Real, donde interrumpen un ritual de invocación que Varimathras estaba llevando a cabo. A quien convocaba se desconoce, pero se sabe que era alguien de mayor rango que Varimathras.

 

Finalmente el Nathrezim es derrotado y las tropas de la Alianza, comandadas por el Rey Varian Wrynn y Jaina Valiente, irrumpen en la Cámara Real. Hubiendo derrotado ellos a Putress y con Varimathras fuera del mapa, Varian creyó que era la oportunidad perfecta para acabar, en ese preciso momento, con la Dama Oscura y el Jefe de Guerra, recuperando por tanto Lordaeron para la Alianza, pero Jaina actuó en el momento justo, teletransportando al Rey, a sus tropas y a ella misma, fuera de la ciudad.

 

Con Entrañas recuperada, la Dama Oscura, aunque con sus fuerzas debilitadas, envió a sus campeones al Torneo Argenta, donde los más aguerridos héroes de cada una de las grandes ciudades de la Horda y la Alianza, serían puestos a prueba para unirse junto a la Cruzada Argenta y La Espada de Ébano en el Asedio de Corona de Hielo.

 

Una vez el Torneo hubo finalizado, la Dama Oscura en persona se presentó en la conocida como Forja de almas, desde donde ella, acompañada por un grupo de campeones del torneo, pretendía penetrar en la helada fortaleza del Rey Exánime y darle muerte. Se enfrentó a numerosos sectarios del Culto de los Malditos y de la Plaga, incluyendo a algunos de los generales más poderosos de Arthas a lo largo del Pozo de Saron, hasta llegar a las Cámaras de Reflexión, donde combatió cara a cara con su némesis.

 

A pesar de los esfuerzos de Sylvanas, que consiguió herir al Rey Exánime, comprendió que se había fortalecido demasiado desde su último encuentro en los Claros de Tirisfal, y, exhausta, decidió retirarse junto a los héroes que la acompañaban, llegando a un callejón sin salida donde de no ser por el Martillo de Orgrim, que bombardeó la montaña y creó un desprendimiento sobre el Rey Exánime, la Dama Oscura y sus acompañantes hubieran encontrado su frío final en el filo de la Agonía de Escarcha.

Más tarde, cuando Arthas fue derrotado por el Veredicto Cinéreo y las fuerzas conjuntas de la Alianza y la Horda, Sylvanas subió al Trono Helado y, viendo que la única razón que tenía para existir había desaparecido, decidió suicidarse, saltando desde la cúspide de la Ciudadela de Corona de Hielo y empalándose contra afiladas espinas de saronita. Y la oscuridad la rodeó, haciéndola sentir un frío y amargura que nunca antes hubo conocido... hasta que aparecieron unos misteriosos pero conocidos seres alados, luminosos, que se dirigieron a ella directamente: las Val’kyr, espíritus de mujeres guerreras Vrykul que, fuera del control de su maestro, buscaban un nuevo objetivo. Le ofrecieron sus servicios a Sylvanas, y más allá de eso, una hermandad de mujeres guerreras en la que la Dama Oscura pudiera verse reflejada y no sentirse sola. 

Disparar: Lanza una flecha a su enemigo.

Nuestra protagonista aceptó a las Val’Kyr, y una de las nueve que se presentaron se sacrificó para que Sylvanas pudiese volver a su no-muerte.

 

Con las Val’kyr de su parte, la Dama Oscura comenzó a resucitar los cuerpos de los humanos caídos en Claros de Tirisfal, Bosque de Argénteos y Tierras de la Peste. Lo que la diferencia a ella del Rey Exánime, es que Sylvanas da la oportunidad al resucitado de elegir: unirse a ella, suicidarse, o ir por libre.

Muchos se sienten aterrados ante la idea de ser un no-muerto, mientras que otros, agradecen la segunda oportunidad y se unen a ella.

 

Sin embargo, hubo tres cadáveres que consiguieron no sólo rebelarse contra la Dama Oscura, sino contra Gilneas también: Lord Godfrey, Lord Walden y el Barón Ashbury. Sylvanas sabía que, en vida, estos tres Gilneanos desafiaron a su rey y que podían ser de utilidad para atacar a la Alianza. No obstante, el desenlace fue dramático: Godfrey disparó a la Dama Oscura en la nuca, matándola al instante, para posteriormente huir y recluirse junto a sus dos compañeros en el Castillo de Colmillo Oscuro.

Gracias a las Val’kyr Daschla, Agatha y Arthura, Sylvanas pudo volver por tercera vez de las garras de la muerte... a costa del sacrificio de los tres ángeles.

 

Nuestra protagonista, desde entonces, ha decidido continuar su campaña de extenderse por el norte de los Reinos del Este, reclamando las tierras que antes fueron de Lordaeron para los que otrora fueron sus legítimos dueños, y no permitirá que la Alianza ponga un pie en ninguno de los territorios bajo su jurisdicción:

 

  • En Tierras Altas de Arathi, Sylvanas resucita a Galen Aterratrolls, uno de los descendientes del linaje de Stromgarde, aumentando por tanto la influencia de los Renegados en la zona.

 

  • En Laderas de Trabalomas, los boticarios emplean una versión más diluída del Añublo empleado por Putress en Angrathar, dando como resultado la destrucción del poblado de Costasur. Además, todas aquellas granjas que antes poseyeron los humanos de Trabalomas, actualmente están destinadas para el cultivo de hongos (salvo el breve periodo en el cual el Boticario Aguaserena, en su demencia, experimentó con los granjeros que antaño vivían allí).

 

  • En las Tierras de la Peste del Oeste, los Renegados tuvieron un enfrentamiento doble contra las fuerzas de la Alianza, lideradas por Thassarian, y las del Culto de los Malditos, lideradas por el Maestro Oscuro de Scholomance; en la ciudad caída de Andorhal. La resolución fue que Sylvanas en persona supervisó los movimientos de Koltira, su comandante, y al ver que este no seguía las órdenes tal y como ella se las daba, decidió llevarse al Caballero de la Muerte a las profundidades de Entrañas para volverle “más obediente”.

 

  • Andorhal fue ocupado por los Renegados, que fortalecieron su ejército gracias a los cadáveres que los granjeros humanos de las granjas colindantes dejaban tras su muerte.

 

Finalmente, el papel de Sylvanas en este último periodo ha sido bastante más contemplativo de lo habitual, haciendo sólo acto de presencia en el Asedio de Orgrimar, donde, junto a Lor’themar Theron, aseguran la Bahía de Garrafilada para el desembarco de tropas y derrotan a Galakras. También está presente en la elección de nuevo Jefe de Guerra, estando de acuerdo en la candidatura de Vol’jin al igual que el resto de líderes.

 

Habilidades de combate de Sylvanas

Flecha Negra: Flecha cargada de oscuridad que maldice a un enemigo, infligiéndole daño de sombras. Si el enemigo perece mientras es afectado por la flecha, su esqueleto se levantará al servicio de la Dama Oscura.

Desvanecerse: Sylvanas desaparece momentáneamente, volviendose invisible durante unos segundos y aumentando su velocidad de movimiento.

Multidisparo: Dispara numerosas saetas en abanico a los enemigos que hay frente a ella.

Convocar Necrófagos: La Dama Oscura invoca varios necrófagos que la asistan en combate.

Grito de Banshee: Sylvanas lanza un grito de angustia, infligiendo daño a todos aquellos que lo escuchan y dificultando su movimiento.

Flechas Profanas: La Dama Oscura lanza potentes saetas cargadas de oscuridad que repelen a los enemigos afectados y contaminan el suelo.

Encantar: Dado que, a pesar de ser corpórea, Sylvanas es una Banshee (y muy poderosa) es capaz de controlar algunos enemigos de frágil voluntad sin sacrificarse a sí misma.

Lamento de los Altonato: La Dama Oscura entona un melódico y triste canto élfico que potencia sus cualidades de combate y la de aquellos que estén de su lado.

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