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Ner'zhul

El Viejo Chamán

Lider del clan Sombraluna

“Yo soy la Horda, yo sobreviviré, únete a mí o muere.”

Ner’zhul  vivía en el valle Sombraluna donde se había ganado el derecho a liderar a su clan ya que su conexión con los espíritus de la tierra no tenía rival, esto era algo respetado por todos los orcos en general, algo que para él, no parecía suficiente, ya que secretamente ansiaba más respeto y poder.

Una noche, Ner’zhul contactó con el espíritu de Rulkan, su fallecida esposa. Esta se presentó con malos augurios: La raza Draenei estaba planeando atacar y destruir a los orcos para expulsarlos de Draenor.

Algunos días después, el espíritu de su amada le presentó a un misterioso personaje, Kil’jaeden “el magnífico”, quien engañó a Ner’zhul y a su pueblo para que comenzaran a atacar a los Draenei,  para esta empresa  los orcos necesitarían mucho más poder del que disponían, por lo que Kil’jaeden accedió a enseñarle sus demoniacas artes para la guerra descubriendo así los orcos el sombrío camino de la brujería.

 

Ner’zhul estaba confuso, por un lado estaba eufórico por estar salvando a su pueblo de la gran amenaza Draenei (Y de haber conseguido el poder y respeto que tanto deseaba) y por otro lado estaba turbado, ya que los ancestros no querían hablar con él y los espíritus se mostraban distantes .

 

Gracias a su poder y confianza renovados, consiguió que el resto de los clanes le siguieran y atacaran los puestos Draenei, aunque, cuanto más veía a los Draenei, más parecido les encontraba con Kil’jaeden, y el odio que este profesaba por Velen era impropio de un ser divino como él.

 

Pasado un tiempo, los clanes orcos seguían masacrando impunemente los campamentos Draenei, conforme la población Draenei menguaba, la preocupación de Ner’zhul crecía y las dudas sobre Kil’jaeden eran un martillo sobre la conciencia del viejo chamán.

Harto, marchó hacia Oshu’gun, "la montaña de los espíritus", la montaña sagrada orca en busca de respuestas, respuestas que sin duda encontró. Tras un gran esfuerzo, pudo comunicarse con los espíritus de sus ancestros y se halló horrorizado tras sus respuestas ¡Sus reverenciados ancestros le trataban como un monstruo!

 

Entre estos espíritus se hallaba el de su compañera fallecida, Rulkan , ella fue quien le mostró la verdad: Kil’jaeden el magnífico no era tal, sino que había estado jugando con él todo el tiempo buscando sus propios fines.

 

Desesperado, iracundo y sintiéndose estúpido, estaba dispuesto a desafiar a su otrora “maestro” demoniaco, sólo que hubo una piedra en su camino. Gul’dan, su aprendiz, le había estado espiando y ansioso de poder, le contó los planes de Ner’zhul a Kil’jaeden.

Gul’dan se salió con la suya, y mientras conseguía más poder e influencia, Ner'zhul fué relegado a un segundo plano y solo podía observar impotente como su antiguo aprendiz crecía en poder.

 

Gul’dan mientras tanto, creó secretamente el consejo de la sombra, una secta de brujos, necrólitos e incluso un misterioso ogro, este consejo gobernaria clandestinamente la horda y decidiria su destino.

 

En un ataque de autoconfianza, Gul’dan  permitió que su antiguo maestro leyera los documentos del consejo, descubriendo que el verdadero plan de Kil’jaeden y Gul’dan era dar de beber la sangre de Mannoroth a todos los orcos.

Cualquier orco que bebiera el vil icor de Mannoroth el destructor, vincularía su voluntad a la de Kil’jaeden y cambiaría para siempre: se convertiría en una máquina de matar, sedienta de sangre y destrucción.

Así fue como, excepto el clan Lobo Gélido, todos los clanes importantes bebieron la sangre del demonio cambiando para siempre el destino de su raza a pesar de las advertencias de Ner’zhul, advertencias que nunca fueron escuchadas.

La horda marchó hacia Azeroth a través del portal oscuro, a conquistar ese nuevo mundo por orden de sus nuevos amos demoníacos.

 

Tras la derrota de la horda en Azeroth, el portal fue destruido por la alianza en las Tierras Devastadas, causando que el portal de Draenor colapsara y explotara hiriendo gravemente a Ner’zhul, este se aisló en el Valle Sombraluna, donde se recuperaba de sus graves heridas e intentaba unir a la horda de nuevo, entretanto tuvo visiones de muerte que consideraba presagios de su futuro, por lo que pintó una calavera blanca en su cara.

 

Uno de los héroes orcos de la guerra de Azeroth, Teron Sanguino, el primer caballero de la muerte, propuso a Ner’zhul un plan para abrir portales a otros mundos para que la horda pudiera conquistar. Ner’zhul aceptó de buena gana, pues aún ansiaba poder, pero para llevar a cabo el plan de Teron se requerían una serie de artefactos que se encontraban en Azeroth, entre ellos la calavera de su antiguo aprendiz, Gul’dan.

 

Una vez los artefactos fueron recuperados la calavera empezó a influir en Ner’zhul, su antiguo aprendiz, a través de sus restos le hablaba con promesas de gloria, pronto esto acabó por volver al viejo chamán ávido de poder como antaño.

Una vez el plan de Teron fue llevado a cabo, Ner’zhul volvió a ser un ente poderoso como antes. Cegados por la arrogancia, Ner’zhul y sus seguidores atravesaron uno de los nuevos portales.

Las energías desatadas fueron tales, que la esencia del mundo se consumió y la propia tierra se resquebrajó, quedando solo unos trozos flotando por el Vacio Abisal, estos trozos son lo que ahora conocemos como Terrallende.

 

Una vez más el ansia de poder y su soberbia habían sido la perdición de Ner’zhul, pues al atravesar el portal fue atrapado por su antiguo maestro, Kil’jaeden. Este, harto de su vieja marioneta, despedazó su cuerpo más no su alma, esta aún entraba en sus planes.

 

Sin ninguna opción, Ner’zhul aceptó servir a sus amos demoníacos, Kil’jaeden vinculó su alma al Yelmo de la Dominación enviándolo a Azeroth y anclando su destino al trono helado.

 

Así nació el Rey Exánime, con sus poderes considerablemente aumentados, Ner’zhul gobernó sobre la plaga durante la Tercera Guerra, hasta que el destino una vez más fue cruel con el viejo jefe del Clan Sombraluna. Una vez Arthas consiguió la Agonía de Escarcha y se puso el Yelmo de Dominación, pasaron a ser una sola entidad. Durante años la personalidad de Arthas y la de Ner’zhul se enfrentaron en una batalla mental en la que salió victorioso el humano y la personalidad, alma y recuerdos de Ner’zhul, fueron desterrados para siempre.

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